Cartel anunciador
Como no podía ser de otra manera, cuando en diciembre pasado Enric Benedé nos comentó en uno de los últimos ensayos del año que se iba a montar una ópera en el Conservatorio Superior de Valencia y que buscaban cantantes interesados en participar en el coro, di un paso al frente vislumbrando la posibilidad de afrontar un nuevo reto. Como tantas otras veces era un salto al vacío —conjugar música, canto, coreografía y actuación escénica en una sola actividad era algo nuevo; pero la posibilidad de subirme a un escenario para hacer lo que, con admiración, había visto hacer a otros, me resultaba demasiado atractiva como para rechazarla. No sabía lo que me esperaba: largas horas de ensayo (y de espera), momentos de tensión, momentos de hechizo y el descubrimiento de un mundo que tenía poco que ver con mis experiencias escénicas anteriores. También he descubierto un ejemplo claro de la importancia del trabajo en equipo y de la delegación de tareas. Pero…, vayamos por partes.
El 18 de diciembre, a punto de comenzar nuestro concierto de Navidad, al que seguiría la fiesta sorpresa de cumpleaños de Inma, me paso por el Conservatorio a recoger las partituras. Allí conozco a Amadeo Lloris, quien será el encargado de preparar musicalmente al coro y a quien estoy muy agradecido por permitirnos participar y por su dedicación al proyecto, allí también me entero de que la ópera a representar es «La Fille du Regiment«, ópera cómica en dos actos de Gaetano Donizetti. La participación del coro de hombres es importante con una larga presencia en escena. Quedamos emplazados para el primer ensayo musical el primer viernes lectivo de 2010. Entre tanto hubo tiempo para localizar algunas grabaciones de la ópera, con Pavarotti y Sutherland, con Pons y Baccaloni, incluso una grabación en vídeo con Flórez y Dessay que será nuestra principal referencia de qué va a pasar en escena. También localizamos el libreto traducido y descubrimos que el aria «A mes amis» del tenor en el primer acto es conocida como una de las más exigentes para los tenores solistas por la sucesión de nueve exigentes does agudos.
Piratas a la vista
Llegó enero y el primer ensayo y allí nos fuimos los cinco voluntarios del Coro de la UPV. Tenía gran curiosidad por ver cómo se organizaban los ensayos, aunque al principio estaba claro que los ensayos serían musicales y no muy diferentes de aquéllos a los que estaba acostumbrado en el Coro de la UPV. También tenía curiosidad por saber quiénes iban a ser nuestros compañeros. Y ese día empezaron las sorpresas, la primera sorpresa fue que, como en el ejército, «el valor se nos suponía»: no iba a haber ensayos parciales, y se esperaba que a los ensayos se iba con la obra ya estudiada, al fin y al cabo, la obra habría que cantarla de memoria; la segunda fue que la mitad de los componentes del coro ya habían actuado con nosotros en el coro de la UPV, pero ¡como solistas! ¿Dónde nos habíamos metido? Allí estaban Sebastià Peris, que hacía de bajo solista en la obra que estábamos preparando, «El Canto de los Bosques«, Néstor Catalá, que había hecho de tenor solista en Carmina Burana dos años atrás, Héctor García, a quien conocíamos de solista de l’Orfeó d’Aldaia y luego nos enteramos que Jordi Sánchez era cantante solista del grupo Rosebad, que Néster Martorell también era cantante solista… El ambiente que se respiraba en ese primer ensayo era muy bueno, casi todos se conocían de talleres de ópera anteriores y muchos no se habían vuelto a ver desde el último proyecto. De aquel primer ensayo hay que mencionar la personalidad inquieta de César Asunción, que rápidamente hizo de maestro de ceremonias presentándose primero él, e inmediatamente, a todos los que tenía alrededor. César, junto a Josevi Jorcano, serían los más regulares en los meses venideros y darían un toque divertido y transgresor a los largos ensayos que nos quedaban por delante.
Anexo B
Fueron pasando los primeros ensayos, y los que no leemos música a primera vista, ni tocamos ningún instrumento, tuvimos que ingeniárnoslas para esclarecer las melodías que teníamos que cantar y poder acudir a los ensayos con cierta confianza. Confianza que, en otro sentido, se iba estableciendo con el resto de miembros del coro y que me llevó a saber de la pasión por el jazz, y por la ópera, de Miguel Gibaja, quien toca la guitarra eléctrica en la Jazzbona Big Band y quien asiste a todas las representaciones de ópera del Palau de les Arts, y en muchos casos en más de una ocasión a la misma obra; o conocer el reto que se planteó —y superó— Jordi Sánchez, de recorrer los últimos 100 kms del camino de Santiago corriendo. También nos empezaron a informar de lo que nos vendría más adelante, los ensayos de escena con Araceli Bergillos y los de orquesta con Ramón Ramírez, de cuyos fuertes y temperamentales caracteres debíamos estar avisados.
Anexo B
La obra estaba simplemente leída, muy lejos de estar memorizada y mucho más lejos de estar interiorizada, cuando pasamos al Anexo B para el primer ensayo de escena. Nuevas experiencias y gratas sorpresas. La primera, descubrir a los solistas que iban a protagonizar la ópera mostrándonos lo que sabían hacer. Era como asistir a un pase privado de la ópera. Aquel día conocimos a Neus Roig, Carmen Bou, Miriam Arnouk, Jorge Franco, Víctor Cabezas, Soledad Pedrosa y a David Sánchez, a los que más adelante se unirían Jesús Álvarez, Juan F. Durá y Manuela Muñoz, y a partir de aquel momento dejaron de ser ellos para ser nuestra Marie, nuestro Tonio, Sulpice, la Marquise, Hortensius,… La segunda, conocer a Araceli. Comenzó a explicarnos cómo había ideado la escenografía y cuáles serían nuestros papeles y empezó a hablar de lo que habría en el escenario, como si lo estuviera viendo, aunque en la sala de ensayos lo único que había era una silla de ruedas, que haría el papel de bote, y una escalera de cartón piedra, que haría el papel de barco, y el resto… nos lo imaginábamos. Sólo el día del estreno pude entender la claridad con la que Araceli había ideado toda la escenografía y lo que quería decir realmente cuando nos daba indicaciones: «… y vosotros os subiréis al barco …», «… y habrá unos espadachines batiéndose al fondo…», «… y saldrá un malabarista…».
¡Locos piratas!
Araceli repasó el guión de su concepción de la ópera y ya nos dijo que el coro apareceríamos como náufragos, después como piratas y finalmente como nobles. El primer ensayo de escena fue duro, ni estábamos en nuestro papel de náufragos, ni nos sabíamos los números, ni eramos capaces de sumergirnos en aquél mundo que había ideado, especialmente para nosotros, la directora de escena. También conocimos aquel día a alguien que ha mantenido un discreto segundo plano y cuya labor no debe desestimarse, Inés de Arvizu, la ayudante de dirección de escena, quien, omnipresente en los ensayos, tomaba notas y hacía indicaciones de cuándo, cómo y dónde debían de producirse todos los movimientos en el escenario.
A cinco manos
Tras los dos primeros ensayos de escena, llegó Cristina Alfonso, la coreógrafa. ¿Cuánto nos habrá hecho sufrir? ¿Y cuánto le habremos hecho sufrir nosotros a ella? Estábamos preparando una ópera, así que además de cantar nuestros números había que actuar, y, en ocasiones, bailar, y hacerlo aconjuntadamente. Y para eso ha estado allí Cristina, montando números de baile que no fueran difíciles de recordar y luchando con la dificultad que supone la falta de regularidad de gran parte de los participantes. Desesperada estaba cuando un viernes montábamos un número, y al viernes siguiente no salía nada, y había que empezar de nuevo. ¿Cuántos kilómetros habremos recorrido dándole vueltas a la Marquise al ritmo de «Allons, plus d’alarmes»? Gracias Cristina por tu paciencia.
Sábado en el Anexo B
El estreno estaba fijado para el 28 de mayo, aunque distante al principio, las semanas pasaban rápido y el calendario académico con sus vacaciones de fallas y de Semana Santa, reducía las semanas hábiles de ensayo dramáticamente. La parte musical iba progresando adecuadamente, pero seguíamos haciendo kilómetros alrededor de la Marquise y la coreografía no progresaba tan adecuadamente: hacía falta aumentar la frecuencia de los ensayos de escena. Empezamos a ensayar también los sábados por la mañana. Fueron sábados en los que los que llegábamos puntualmente podíamos charlar un rato con Amadeo sobre las vicisitudes del montaje. Amadeo, el hombre tranquilo, repetía que éste era un montaje difícil pero que confiaba en que estuviera listo para el día del estreno (pero no antes). Hubo que sacrificar parte de nuestras actividades de fin de semana para poder asistir a estos ensayos extraordinarios en un Conservatorio donde no había nadie más que nosotros. Y conocimos a Óscar Hernández, el bombero, quien haría los malabares, regiduría y nos daría clases de «actitud pirata».
Llegó el mes de mayo, el mes del estreno, y aquello no parecía que pudiera estar listo para el día 28. Tuvimos un ensayo, sólo coro y piano, con el director de la orquesta, Ramón Ramírez. Afortunadamente, el ensayo fue tan penoso que sería imposible hacerlo peor. Cuando llegamos al final del primer acto, Ramón decidió dejarnos seguir trabajando con Amadeo e hizo un comentario muy pertinente: todavía estábamos muy pendientes de la partitura y no la habíamos interiorizado, su interpretación debía de ser casi mecánica, sin necesidad de pensar en ella. Y tenía razón. Ramón se fue con una mala impresión del coro, pero ya nos encargaríamos nosotros de hacérsela cambiar. El siguiente viernes sería el primero de los dos ensayos con orquesta y sólo quedaban cuatro semanas para el debut.
Italiana
Viernes 7 de mayo: primera italiana. ¿Italiana? ¿Qué era eso de una italiana? Me comentan que es un ensayo en escena con orquesta pero con partituras en la mano. Nos convocan en el nuevo edificio del Conservatorio. Prácticamente somos los que inauguramos el edificio: todo está nuevo, los atriles conservan los precintos y algunas sillas sus fundas de embalaje. Ensayamos primero en el aula de coro, presidida por un majestuoso piano de cola y después pasamos al aula de orquesta, donde en vez de un ensayo de escena hacemos un ensayo musical. Descubrimos el fuerte carácter de Ramón Ramírez y también que va a llevar el tempo de algunos números un poco más lento de lo que lo habíamos ensayado; algo que podemos corregir durante ese ensayo pero que nos llevará de cabeza en los ensayos generales y en las representaciones. A partir de este día el ritmo de trabajo aumenta, el sábado 15 tenemos un ensayo de escena previo a la representación en versión concierto programada para el lunes 17 en la Universidad Politécnica. La obra todavía no está memorizada en su totalidad, aún así, Araceli anuncia que la actuación en la UPV será escenificada, sin vestuario ni maquillaje, pero con los movimientos escénicos que habíamos ensayado. ¡No puede ser! ¡Pero si todavía no nos sabemos la música y de la coreografía del coro en el segundo movimiento no hemos hecho nada aún! Al final se decide que en el segundo movimiento el coro saldrá con partituras, pero el primero va de memoria y escenificado.
Pirateando
La actuación en la UPV sirve como prueba de fuego y de primera toma de contacto con un escenario y con público (aunque sea poco). Se salvan los papeles, se notan las carencias, y se graba la actuación que servirá para dar las últimas indicaciones en el próximo ensayo. Sólo quedan dos ensayos, viernes y sábado y la semana siguiente ya son los generales y la actuación. Ese viernes y ese sábado fueron muy tensos. La obra estaba casi a punto, pero quedaban mil detalles por pulir. Hubo cambios de última hora que había que transmitir a los que no había venido a ensayar. Hubo quejas y lamentos y subidas de tono y alguno se quedó encerrado en el minúsculo baño del Anexo B.
Vivandiere
Llegada la semana final, nosotros, el coro, éramos conscientes de las muchas horas que habíamos echado corriendo en círculos alrededor de la Marquise, y también éramos conscientes del trabajazo de los solistas preparándose sus papeles. De lo que no éramos tan conscientes era de que al mismo tiempo que nosotros preparábamos nuestra parte musical y escénica había una multitud de gente que también estaba trabajando en aras del éxito de «La Fille du Régiment»: los alumnos del Departamento de Diseño Gráfico de la Escola d’Art i Superior de Diseny participaron en un concurso para elegir el cartel anunciador; los alumnos del Departamento de Moda, bajo la dirección de Amparo Peguero y Elena Cerdá habían estado diseñando y realizando el vestuario; los alumnos de la asignatura de Escenografía de la Facultad de Bellas Artes de la UPV habían diseñado y realizado los decorados; el departamento de Asesoría e Imagen Personal del IES Cabanyal estuvo colaborando en la peluquería y el maquillaje; y, por supuesto, sin olvidar el trabajo de todos los que forman parte de la Orquesta Sinfónica del Conservatorio Superior de Música de Valencia.
La Marquise
El miércoles 26 tocamos por fin escena y comprobamos, para nuestro deleite, que allí estaba el barco del que tanto habíamos oído, que todos teníamos nuestra indumentaria para caracterizarnos de náufragos, de piratas o de nobles, que los postizos (para los que no tenemos pelo en pecho) reposaban en los maniquíes… Superamos nuestra primera toma de contacto con la orquesta en el foso y los intérpretes en escena. Se hicieron las correcciones y repasos pertinentes. El jueves 27 tuvimos los dos ensayos generales y fuimos, por fin, conscientes de que la obra iba a salir e iba a salir bien. Ahora ya podíamos (y debíamos) valorar el trabajo de tanta gente y cómo este trabajo había acabado ensamblándose para resultar en una producción que seguro que gustaría al público. Ahora podíamos vivir aquello que nos contaba Araceli el día que la conocimos y que sólo ella veía con clarividencia.
Cette elle, notre fille
El viernes 28 de mayo era el estreno. A las 17:00 comenzamos a caracterizarnos como náufragos. A las 19:00 se abre el telón, a lo lejos se oye «L’enemi s’avance»…
Gracias Amadeo, gracias Araceli, gracias Cristina, gracias a todos los que habéis hecho posible este proyecto y a todos los que nos habéis acompañado en el camino. Esta experiencia, como todas las primeras experiencias, será, para mí, imposible de olvidar.
Clueca
P.D. Si has llegado hasta aquí, estarás esperando la explicación del porqué de «la gallina» en el título: aquí te dejo una foto de Clueca pero tendrás que venir a la próxima representación para enterarte, el viernes 4 de junio en el Teatro Serrano de Gandía.
P.D. 2. Si quieres ver más fotos pulsa en los siguientes enlaces: éste, éste, éste y éste