Cuando el 7 de julio del año pasado escribí otra entrada con este mismo título, no podía pensar que habría otro premio, el más importante que he recibido hasta ahora, sobre el que también recaería la maldición de «los premios que me dan pero nunca me entregan».
El pasado 12 de agosto se anunciaron los ganadores de la novena edición de los Prince Sultan bin Abdulaziz International Prize for Water, unos premios que se entregan bienalmente en cinco categorías relacionadas con los recursos hídricos: aguas superficiales, aguas subterráneas, fuentes alternativas, gestión del recurso y creatividad. Y el premio en la categoría de aguas subterráneas me lo llevé yo. Según los organizadores, este premio me lo otorgan por mis labores pioneras en la resolución del problema inverso en hidrogeología.
El Prince Sultan bin Abdulaziz International Prize for Water es, sin lugar a dudas, el premio más importante a nivel mundial relacionado con los recursos hídricos. Rivaliza en prestigio y cuantía con el Stockholm Water Prize, aunque este se otorga anualmente en una sola categoría y pueden presentarse tanto individuos como organizaciones.
La concesión del premio fue objeto de felicitaciones personales del rector de la UPV y del presidente de la Generalitat Valenciana, y apareció en portada de la web de la UPV y en medios de comunicación generalistas y especializados.
Pero la reseña que más ilusión me ha hecho es la de TelfyTV, la televisión local de Requena, mi pueblo: (la entrevista comienza a partir del instante 0:54)
El premio debía de entregarse en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York a finales de 2020, pero ya en el correo de anuncio del mismo se apuntaba la posibilidad de que el coronavirus impidiera la celebración del acto. Y así fue, se pospuso la ceremonia hasta finales del primer trimestre de 2021, pero, desafortunadamente, acaban de informarme que se suspende y solo se realizará un acto virtual con los discursos de aceptación de los galardonados.
Previendo que esto podría ser así, mis amigos de la peña «De tinto y oro», me prepararon una grata sorpresa, con una entrega en vivo de un fragmento de madera de sabina con el logotipo del premio grabado a fuego. Fue en pleno verano, un día de campo en la Sierra de Buñol, en la casa solariega de Ricardo y Maite. Gracias, por vuestra generosidad y el bonito recuerdo.
Otro premio más que me han dado y que no me entragarán. Ni podré celebrar como se merece.
Puedo decir, con orgullo, que he recibido varios premios a lo largo de mi carrera, pero no os podré mostrar ninguna fotografía recogiéndolos. ¿Qué tendrán los premios que me dan para que no me los entreguen? En orden cronológico inverso, estos han sido los siguientes y las razones por las que no los entregaron.
Premio del Consejo Social de la Universitat Politècnica de València «Cooperación Universidad-Sociedad» en la categoría de «Mejora del Conocimiento en la UPV» de 2020
El pasado 17 de junio recibía por mensajero en casa el certificado y el trofeo conmemorativo del premio del Consejo Social. Certificado y trofeo que deberían de haber sido recogidos en la ceremonia de entrega que el maldito coronavirus obligó a cancelar. Un certificado enmarcado para colgar en la pared del despacho y un precioso bloque de metacrilato con un grabado en el que se atestigua la categoría del premio y su año de entrega. Antes, el 5 de marzo, estando en la India con ocasión de otro de los premios que no me entregaron, recibí la notificación de la concesión. Y aunque todavía no se había declarado el estado de alarma, era previsible que la ceremonia de entrega, prevista para el 21 de mayo, se cancelaría. Como así fue.
Es siempre un honor recibir un premio del tu propia universidad. En este caso, por parte del Consejo Social, y en reconocimiento de las acciones de promoción de la UPV que he hecho y continúo haciendo, de las que el máximo exponente son los numerosos congresos internacionales que he organizado en Valencia, y que han hecho que el nombre de la UPV se asocie a la investigación en hidrogeología y geoestadística allá donde vayas.
Distinguished Lecturer de la International Association of Mathematical Geology para el año 2021
La International Association of Mathematical Geosciences (IAMG), todos los años, nombra a un investigador destacado en el ámbito de la aplicación de las matemáticas a las ciencias de la tierra, para que sirva de embajador de la misma mientras recorre el mundo dando charlas sobre su especialidad por todo el mundo, bajo su patrocinio.
Realmente este premio se me comunicó el pasado mes de noviembre, y se supone que durante el congreso anual de la asociación, a realizar en septiembre de 2021, se me entregará un diploma acreditativo. Lo cierto y verdad es que, mi antecesor, el Distinguished Lecturer de 2020 ha tenido pocas oportunidades de ejercer como tal, debido a las restricciones a viajar en vigor desde el mes de marzo. No sabemos con seguridad qué pasará el próximo 2021, pero me temo que la gira que tenía en mente visitando algunas de las universidades en China, EE. UU. y Australia que ya me habían invitado se quede en unos seminarios en línea a través, quizá retransmitidos por YouTube, desde la soledad de mi despacho. Aunque, todavía tengo esperanza que la entrega llegue a realizarse.
La concesión del premio fue recogida en algunos medios digitales como iAgua, la UPV, o el periódico Las Provincias.
Para abrir boca, aprovechando mi viaje a la India a primeros de marzo, di una charla en la Escuela de Ingeniería Medioambiental de la Universidad Jawaharlal Nehru en Nueva Delhi, como anticipo de lo que podría ser la gira del 2021. La charla tuvo mucho éxito con la asistencia de participantes de esa y otras universidades de la zona.
William Christian Krumbein Medal del año 2020
Este, sin lugar a dudas, es el premio más importante que he recibido. La máxima distinción otorgada por la International Association of Mathematical Geosciences, en años alternos, para reconocer la trayectoria profesional de un investigador en el área de las matemáticas o la informática aplicadas a las ciencias de la tierra. Esta es una medalla, instaurada en el año 1976, que solo habían recibido 32 personas con anterioridad, entre las que se encuentran los referentes mundiales en esta área como son Dani Krige, al que se debe el término de krigeado, piedra angular de la geoestadística, George Matheron, quien declinó la medalla, y que es el que dio la base formal a las técnicas desarrolladas por Krige, o André Journel, revolucionario de la geoestadística, y mi director de tesis en la Universidad de Stanford entre los años 1985 y 1990.
La recepción de la carta de concesión el 22 de noviembre de 2019 será difícil de olvidar. Estaba solo en mi despacho cuando abrí el correo electrónico que me enviaba la Presidenta de la IAMG dándome la noticia, y aquel viernes a última hora de la mañana no quedaba ya nadie en sus despachos. Quería compartirlo con mis compañeros, pero no había nadie. Llamé a Inma para contárselo, y sé que se emocionó conmigo al oírlo. Aquella tarde me dediqué a comunicárselo a todos mis conocidos. Las buenas noticias también hay que compartirlas.
Este premio tuvo gran repercusión en los medios. Publicándose reseñas en Levante, Europa Press, 20 minutos, Levante-EMV, UPV. Incluso me felicitó el presidente de la Generalitat y nos recibió el alcalde de Requena.
La entrega estaba prevista para el viernes 6 de marzo en Delhi durante los actos del Congreso Internacional de Geología. Todo estaba preparado para asistir a la recogida de la medalla. Inma e Isabel me acompañaban y aprovecharíamos para visitar el Taj Mahal. Pero quince días antes de ese viernes 6 de marzo, solo ocho días antes de que comenzara el congreso, este se canceló y con él la entrega de la medalla. Puesto que el viaje ya estaba pagado y no había posibilidad de reembolso, modifiqué el objetivo del viaje para, en lugar de asistir al congreso, realizar una corta estancia en la Universidad Jawaharlal Nehru de Nueva Delhi, donde pude conocer al profesor N. Janardhana Raju de la Escuela de Ingeniería Medioambiental con quien hemos iniciado una interesante colaboración.
Sabía que no habría entrega de medalla, pero Inma me tenía preparada una gran sorpresa: una ceremonia improvisada con el Taj Mahal al fondo.
Al final, el mayor premio que me han dado con la mejor entrega posible.
Todavía no tengo la medalla, si todo va bien, supongo que se entregará en al próxima reunión anual de IAMG en septiembre en Nancy (Francia) durante la primera semana de septiembre de 2021.
Premio de Investigación y Tecnología sobre Residuos de la Comunidad Valenciana de 1999
En 1999, había un gobierno de coalición entre el Partido Popular y Unión Valenciana en la Comunidad Valenciana. En aquel gobierno, Unión Valenciana era la titular de la Conselleria de Medio Ambiente, una conselleria que se creó tras el «pacto del pollo» por escisión en dos consellerias de la única que le había sido asignada a Unión Valenciana, la de Agricultura y Medio Ambiente. Aquel año, y con el fin de crear un premio que pudiera competir con los Jaime I, la Conselleria de Medio Ambiente convocó el Premio de Investigación y Tecnología sobre Residuos de la Comunidad Valenciana dotado con 5.000.000 de pesetas, en su Diario Oficial de 8 de abril. Aún recuerdo, sentado, un viernes por la tarde de finales de junio, en mi despacho de la Escuela de Caminos, la llamada del rector Justo Nieto, quien había formado parte del jurado, para comunicarme, en el más estricto secreto según sus propias palabras, que nos habían concedido el premio. Aunque Justo me alerto de que «ni se lo digas a tu mujer», no pude guardar el secreto mucho tiempo y rápidamente llamé a Inma para contárselo. Cinco millones de las antiguas pesetas era un premio más que suculento.
El 16 de julio de 1999, en una de sus últimas disposiciones, el conseller de Medio Ambiente firmó la orden de concesión del premio, que se publicaría el 27 de julio con él ya fuera del gobierno. Después de las elecciones de junio, el gobierno de coalición no se repitió tras la primera victoria por mayoría absoluta del Partido Popular de la Comunidad Valenciana. La desaparición de la conselleria que instauró el premio y la salida de Unión Valenciana del gobierno dejaron el premio en el limbo. La compensación económica tardó en llegar, pero llegó, afortunadamente libre de impuestos, y la entrega se programó en varias ocasiones, inicialmente en La Lonja, después en la Fundación de Estudios Avanzados, y finalmente en ninguna parte, ese sitio donde parece que está destinada la entrega de mis premios.
Ni qué decir tiene que el premio no volvió a convocarse, así que fuimos los receptores del primer y único Premio en Investigación y Tecnología de Residuos de la Comunidad Valenciana y el prestigio que se suponía debería de acompañar a sus receptores, a construir año tras año en las siguientes convocatorias, quedó en suspenso.
Premio Nacional de Terminación de Estudios de 1983
Este fue el primer premio importante que me dieron, el de terminación de estudios de ingeniería de caminos, canales y puertos del año 1983. Estos premios antes se llamaban de Final de Carrera y hoy en día tienen otro nombre que hace referencia a la excelencia académica, se entregan en el Auditorio Nacional, por el ministro con las competencias universitarias, y tienen una dotación de unos 3000 euros. En 1983, tuve que conformarme con el honor de haber recibido el premio y el diploma que me entregaron.
Centennial Teaching Assistant de la Universidad de Stanford de 1990
Este premio está fuera de la secuencia cronológica y me lo entregaron pocos días antes de nuestro regreso a España después de cinco años en Stanford. La Universidad de Stanford, fundada en memoria de Leland Stanford Junior, el hijo del magnate ferroviario, gobernador de California y senador americano, Leland Stanford, cumplía 100 años en 1990 y decidió entregar unos premios a los mejores Teaching Assistants de la Universidad y yo recibí uno de ellos a propuesta del departamento donde hice la tesis. Los Teaching Assistants son una figura clave en la docencia americana; generalmente son estudiantes de doctorado becados por la propia universidad que, a cambio, tienen que ayudar en la docencia, impartiendo las clases prácticas, revisando las tareas, ayudando a la corrección de exámenes, y todo aquello que el profesor responsable demande respetando la dedicación que la beca exigía. El año de 1990 fue mi último año como Teaching Assistant, fui elegido como Outstanding Teaching Assistant del departamento y de rebote nombrado Centennial Teaching Assistant de la Universidad.
¿Por qué está este premio fuera del orden cronológico? Porque esté sí que me lo entregaron, en una ceremonia de la que no he encontrado ninguna foto. Aunque sí tengo el diploma que lo atestigua: