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No podía empezar mejor el 2011

Las Columbretes al fondo

El 2 de enero, a las 9:30 de la mañana habíamos quedado en la esquina de la avenida de los Naranjos y la avenida de Cataluña; destino: el desierto de las Palmas en Benicàssim y la ascensión al Bartolo. Pero un inesperado error en la programación del despertador del iPhone (algo así como el efecto 2000, pero trasladado 10 años después), hizo que varios miles de personas alrededor del mundo, en las que me incluyo, nos levantáramos tarde los días 1 y 2 de enero, porque esos días, y sólo esos días, la alarma del iPhone no funcionaba. Con gran sorpresa, e inmediatamente con gran desespero, a las 9:20, desde el confort de la cama, decido abrir el ojo izquierdo para comprobar cuánto faltaba para que sonara el despertador —que estaba programado para las 8:00. ¡No faltaba nada! Y por mucha tolerancia cero que hubiera, el guía de la expedición era yo, así que el resto de la comitiva no me podía dejar en tierra. Tras varias llamadas para avisar al resto del grupo de que llegaríamos tarde dimos instrucciones para que los demás iniciaran camino hacia el monasterio de las Palmas donde nos reuniríamos con ellos. Al final, error unido a confusión hizo que nosotros llegáramos 45 minutos tarde al punto de reunión y que todavía no hubiera llegado el resto de componentes a los que debíamos de haber recogido en nuestro camino hacia la salida de Barcelona.

Subiendo al Bartolo - al fondo Benicàssim

Tras el traspié inicial, a las 10:15 salíamos hacia el Parque Natural del Desierto de las Palmas, llegábamos a la portería del monasterio y nos preparábamos para la subida al Bartolo. El cielo claro, la baja humedad y el sol radiante presagiaban una ruta espléndida, e inaudita para un invernal dos de enero. Comenzamos la ascensión pasando primero por el antro de San Franco de Siena, después por la ermita del Carmen, y ascendemos por un sendero en proceso de recuperación que discurre paralelo a los restos del muro de piedra que marcaba el límite del monasterio. La ascensión se hace más empinada hasta que conseguimos llegar a la cresta y desde allí llegar hasta la cima del Bartolo donde nos encontramos a un nutrido grupo de gente.

En la cima

Tal y como era nuestro objetivo, sacamos las partituras de la Nadala del desert de Matilde Salvador e improvisamos un ensayo por cuerdas para repasar el villancico, que ya cantáramos aquí el año pasado tal día como éste aunque con mucho más frío. El ensayo no fue demasiado bueno, pero habíamos subido para cantar Mare al Bartolo jo no vull pujar e íbamos a cantarlo, aunque esta acción provocara que el espléndido sol que nos había acompañado hasta ahora se ocultara por nubes borrascosas. Por si acaso, y para camuflar nuestra identidad, veníamos preparados con disfraces propios de esta época del año. Así camuflados nos aproximamos a la entrada a la ermita del Ángel Custodio e intentamos entonar el villancico… sin demasiada suerte en lo de la entonación.

Preparados para el cante

Cumplido el objetivo, tomamos el camino de regreso dirección al restaurante donde habíamos reservado mesa para comer. Ya habíamos estado en ese restaurante el año pasado este mismo día, y nos lo habíamos encontrado prácticamente vacío. Esperábamos una comida tranquila, en un local con poca gente, y con unas vistas espectaculares, pero nuestra sorpresa fue encontrarlo abarrotado de gente, sin una mesa libre, salvo la que habíamos reservado y que nos esperaba, y con la típica algarabía de restaurante de playa que dificulta la comunicación verbal, aunque no la gestual, entre los sentados a la misma mesa.

Reponiendo calorías

Comimos, bebimos, y marcamos las pautas que han de guiarnos este 2011, empezando por enmendar la interpretación de la Nadala del desert que habíamos perpetrado en la cima del Bartolo. Así que, a la salida del restaurante, en el aparcamiento, volvieron a salir las partituras, y esta vez sí, con una entonación adecuada pudimos cantar Miracle, miracle, el foc ja s’apaga… y recibir los espontáneos aplausos de los espectadores casuales que allí se encontraban.

De aquí nos fuimos a Sueras, donde el primer domingo de enero (o el último de diciembre, según caiga la fecha) sus habitantes se remontan unas pocas décadas atrás, a la era preindustrial, y rememoran los oficios, muchos de ellos perdidos, que entonces se practicaban, los lugareños van vestidos de la época, las casas se transforman en museos etnográficos, y puedes ver al carpintero, al cestero, al dependiente de ultramarinos, al mondonguero,… Lástima que llegáramos un poco tarde y no pudiéramos disfrutar de todas las actividades que durante todo el día se llevaron a cabo.

Y no acabaría ahí el día. Teníamos que hacer una última visita, al Cabañal,… pero eso será objeto de otra crónica.

50 años no es nada

Comparto aquí el vídeo «Ésta es su vida» que tan primorosamente prepararon mis tres chicas para su estreno durante la celebración de mi 50 cumpleaños. Gracias Inma, Elisa e Isabel.

Pascuas 2010, bogavantes, gambas, alcachofas, sepia, castillos, volcanes y despedida

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Cuando mi padre iba a cumplir 40 años no dejaba de repetir el refrán aquél de que «de los 40 p’arriba no te mojes la barriga». Yo no acaba de entender el mensaje, que interpretaba literalmente, creyendo que mi padre no podría volver a bañarse en la playa a partir de aquel fatídico cumpleaños. El origen de aquel refrán se remonta a los tiempos en los que cumplir 40 suponía traspasar una barrera a partir de la cual era mejor cuidarse y evitar excesos como los de mojarse la barriga. Hoy, el refrán debería de reformularse, aumentando la edad a la que hace referencia y decir «de los 50 p’arriba no te mojes la barriga» (la rima, necesaria en todo buen refrán, sigue siendo válida).

El recuerdo de aquel refrán y el hecho de que este año yo cumpla los 50, me han permitido bromear con mis amigos de toda la vida (cuando se van a cumplir 50, los amigos de toda la vida, son amigos de muchos años, casi todos antiguos compañeros del entonces Instituto de Enseñanza Media de Requena, al que entramos hace 40 años allá por el año 1970) sobre la continuidad de mis labores de cocinero habitual en nuestras tradicionales reuniones de pascua (tanto el domingo de pascua de resurrección, es decir, el primer domingo después de la primera luna llena tras el equinoccio de primavera, como el domingo de la pascua de San Vicente).

En realidad todo empezó por mi interés, este año, de dejar constancia gráfica de una actividad que siempre comento con mis compañeros de la universidad y con mis amigos de Valencia, y que me parece que muchos todavía no se creen: el que todos los años, durante los últimos 20 años (con la excepción de las pascuas del año 2000) cocino uno, dos o tres arroces para una cantidad considerable de gente. En estos 20 últimos años hemos pasado de acudir como parejas recién casadas, a parejas con hijos pequeños, a parejas con hijos no tan pequeños, a parejas con padres. A la hora de comer el número de adultos siempre ha oscilado entre 20 y 30, mientras que el de niños ha llegado a igualar al de adultos, y hoy en día se limita a poco menos de la decena.

Reunidos el pasado domingo de resurrección, y dispuesto a dejar constancia gráfica del hecho culinario, se me ocurrió comentar que la razón de este interés por la fotografía era el tener un recuerdo de la que podría ser la última vez que cocinara en pascuas para mis amigos de toda la vida. La noticia fue recogida con cierto estupor, pero mi argumentación fue clara y contundente: considerando el nuevo refrán «de los 50 p’arriba no te mojes la barriga», quién sabe dónde podría estar o qué podría estar haciendo al año que viene por estas fechas con 50 años cumplidos.

Y así comenzó este reportaje fotográfico que adjunto en dos álbumes.

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Domingo, 4 de abril de 2010, en las proximidades de La Portera, arroz caldoso con bogavante para 32 personas, acompañado con 60 gambas rayadas de buen calibre para el aperitivo. El arroz caldoso lo preparé siguiendo las indicaciones de «el cocinero fiel» en su receta del mismo nombre. Cabe destacar los 7 bogavantes vivos que fueron seccionados longitudinalmente minutos antes de su utilización y cuyas colas mantenían el reflejo de ataque aún después de separadas de la cabeza. Calificación del experimento: 10 sobre 10. Es cierto que soy parcial, pero el único fallo que tuve es no hacer cuatro o cinco raciones más para los que quisieron, y no pudieron, repetir.

Acabada la comida, salimos a dar un paseo de casi 10 km por las inmediaciones de Cofrentes.

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Paseamos junto al río Cabriel aguas abajo de la central de Basta, cruzamos bajo el puente de la nueva variante de la N-331 a su paso por Cofrentes, y subimos al volcán de Agras donde encontramos un gigantesco pedrusco de origen incierto pero de características tan singulares como para poder distinguirse en la fotografía de satélite de Google (haz zoom en la imagen de arriba en el extremo más a la derecha del camino y podrás comprobarlo).

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Domingo, 11 de abril de 2010, en las proximidades de La Portera, arroz en paella con alcachofas y sepia para 24 personas. Arroz más modesto que el del domingo anterior pero no por ello menos sabroso. Durante su elaboración hice entrega de los utensilios de cocina al que se ha ofrecido como relevo para el año que viene, ya que yo seguí con la historia de mi posible retiro de los fogones tras traspasar la barrera de los 50. Calificación: 8 sobre 10. El arroz estaba muy bueno, pero no podía superar al del domingo anterior.

¿Qué pasará el año que viene? el próximo 24 de abril de 2011 (ya sabéis, el primer domingo después de la primera luna llena después del equinoccio de primavera de 2011) lo sabremos.

Carreras en vez de senderos

[nggallery id=9] En el listado de actividades «exóticas» que aparecen en la pestaña Acerca de Jaime y que complementan mi actividad profesional he añadido la de corredor, y es que últimamente he dejado a un lado mis salidas senderistas con el grupo de Jose Manuel Roca —quien mantiene la que es posiblemente la mejor web de senderismo de la Comunidad Valenciana, si no de España— y son pocas las que hago por mi cuenta, generalmente con algunos compañeros del Coro de la Universidad Politécnica de Valencia. Tenía que encontrar un sustituto a los paseos sabatinos por el campo que me permitiera mantener la forma. Así fue cómo en julio del año pasado mi amigo Ángel me convenció para que me comprara unas zapatillas de deporte para correr. Gracias a sus consejos, mi iniciación a esta nueva actividad, fue progresiva y pausada. Forma física no me faltaba, pero el nuevo ejercicio no tenía nada que ver ni con la natación ni con el senderismo, así que comencé con entrenamientos cortos alternando unos pocos minutos de carrera con unos muchos de paseo y paulatinamente ir quitando minutos del paseo para añadírselos a la carrera. Siempre con los preceptivos estiramientos antes y después del entrenamiento. Al principio no tenía claro que llegara a ser capaz de correr de manera continua más allá de unos pocos minutos, tenía ciertas molestias en las piernas, desarrollé una contractura en un gemelo, y me fatigaba más de lo que yo esperaba. Pero no me rendí. Pasaron los primeros meses y ya era capaz de correr continuamente quince minutos. Y cuando entramos en noviembre me sentía con ganas de probar una de las carreras del circuito de carreras populares de RuralCaja. Estaba un poco preocupado porque no había participado en ninguna y en esos momentos mi entrenamiento no pasaba de los 5 kilómetros. Pasé la prueba con satisfacción. El ambiente en el punto de salida, y durante la carrera me resultaron espectaculares. Esa carrera supuso el punto de inflexión en mis entrenamientos. A partir de entonces me concentré en ir aumentando la resistencia y la distancia. Acabé corriendo las carreras que quedaban del circuito y un par de San Silvestre y he comenzado este 2010 con la intención de progresar aún más en mi relación con esta nueva actividad. Por lo pronto, hoy mismo he entrenado, por primera vez, más de 15 kms (en algo menos de 1h 30m) y sigo entrenando para la primera prueba del Circuito de la Diputación de Valencia en el que participaré: la IX 15k de Massamagrell, y quién sabe si no acabaré este circuito corriendo la media maratón del Puerto de Sagunto.

Subida al Montgó por el Barranc de l’Hedra

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El sábado subimos al Montgó por el Barranc de l’Hedra. No conocía la ruta pero pensé que al ser corta aunque fuera empinada sería asequible y del agrado de todo los participantes. El problema con los barrancos es que a medida que te acercas a su inicio se van haciendo más empinados y en algún momento parecía que estábamos trepando como cabras más que disfrutando de un sendero bucólico y pastoril.
El objetivo fundamental de esta salida era cantar la Cançoneta del Montgó cuando llegáramos a la cima, emulando el canto de la Nadala del Desert cuando subimos al Bartolo. En una de las paradas al salir del barranco y aprovechando la buena sonoridad que las paredes del barranco nos proporcionaban hicimos un primer ensayo. La canción no estaba todavía para grabar. Parece que hacían falta unos parciales.
Seguimos subiendo haciendo la Creueta de Dènia y aunque el terreno era menos empinado parece que alguien se había encargado de agujerear todas las piedras del camino para dificultar la marcha. Llegamos, con algunas bajas, a la Creueta y no pudimos cantar la Cançoneta por falta de efectivos.
A la vuelta y tras la comida, en el sendero de regreso y aprovechando la salida del sol, decidimos interpretar la Cançonceta del Montgó con desigual acierto.

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Mi primera vía ferrata: Les Marujes – Tavernes de la Valldigna

En la última ruta seca que salí este año con rocacoscolla.com y en la que sufrí el tremendo calor que hizo (el destino era la Sierra de las Agujas, pero para mí fueron las Agujas del Infierno), descubrimos la vía ferrata de Les Marujes: en la subida por la Senda dels Amoladors destacan los peldaños naranjas del primer tramo de esta vía ferrata. Atraídos por la curiosidad nos acercamos hasta el punto de inicio donde hay unos puntos de anclaje para hacer un pequeño rápel hasta el puente tibetano que da acceso al primero de los cincuenta y tantos peldaños que hay que subir para conseguir superar la Penya Roja y salir por la parte superior de la senda. Desde aquel día me quede con las ganas de iniciarme en el ascenso por vías ferratas.

En compañía de Alberto, quien hizo de instructor, este sábado a las 8:00 am llegaba al punto de inicio, y ahí comenzó la aventura: